martes, 10 de agosto de 2010

Las 10 razones de hoy para amar a México

Miercoles 11 de Agosto

11. San Miguel de Allende
12. El aguachile
13. Mis amigos
14. Playa del Carmen
15. El canal 22
16. La Condechi
17. El Espacio Escultórico
18. Mi Colonia
19. El Ajusco
20. Valle de Bravo

Martes 10 de Agosto
1. La canción México en la Piel
2. Un atardecer en la carretera de Puebla
3. San Cristobal de las Casas
4. La Casa Museo de Luis Barragan
5. Los Chiles en Nogada
6. Los Chongos Zamoranos
7. Mi niñez en Mérida
8. La cara Norte del Pico de Orizaba
9. Una tormenta de nive en el Ixtaccihuatl
10. Mi querida familia

viernes, 28 de mayo de 2010

Ley del Hielo

Dentro de las familias mexicanas, y varias latinoamericanas, la violencia más común pero menos considerada a pesar de su devastador efecto, es la conocida como “ley del hielo”.

A pesar de que es dentro de nuestra familia donde aprendemos las primeras herramientas para comunicarnos, también suele ser el lugar de más difícil entendimiento. Esto se debe a múltiples factores como diferencia de personalidad, de edades, de intereses, una poderosa carga emocional y por si fuera poco no estamos acostumbrados a cuidar la relación con nuestra familia, después de todo ¿Qué va a hacer, dejar de ser mi hermano, madre, hijo, prima, etc.? Sin embargo, no nos damos cuenta que nuestras actitudes pueden deteriorar la confianza e incluso la autoestima de nuestro familiar y la nuestra propia, ya que suele afectar profundamente, porque somos familia y se supone que debemos protegernos.

En mi familia la ley del hielo solía ser algo común, afortunadamente eso ya quedó atrás, pero no fue nada fácil. Fue después de que, durante un año, dejé de hablar con mi hermano, aunado a que tuve un problema con mi mamá y nos dejamos de hablar como dos meses, mi papa por motivos laborales vive lejos, como en ese entonces yo vivía sola y tenía mucha presión laboral, realmente me sentía muy sola y deprimida, incluso llegué a cuestionarme si valía la pena seguir viviendo. Ahora me parece realmente absurdo que fuera más grande mi orgullo e incapacidad de intentar escuchar, que la madurez y sensatez para buscar a mi familia y como adultos hablar, por mi propio bien.
Pero todavía había un poco de prudencia en mí, así es que lo primero que hice fue buscar a mi papa, para hablar sinceramente y sin chantajes, contándole lo que sentía, simplemente para desahogarme. Él me hizo ver que alguien tenía que tomar la iniciativa, así es que mi segundo paso fue reconocer todas las cosas buenas que tienen mi hermano y mi mama, recordar todo lo bueno que habíamos vivido juntos, lo mucho que los quiero y tratar de entender el porqué de su actitud, lo que me permitió ser objetiva, tomar una actitud humilde, sincera y receptiva para acercarme a mi familia y platicar, identificando los resentimientos acumulados y como resolverlos, los intereses de cada quien, eso a su vez me dió la oportunidad de reconocer los errores cometidos, dejar a un lado el egoísmo, hacerles ver lo mucho que me importan y que yo también me sentía lastimada, pero deseosa de hacer las cosas bien y fortalecer nuestra relación. Y hoy, la tranquilidad y ganas de vivir que tengo, en parte, son consecuencia de la relación sana que llevo con los míos.

La buena comunicación y la actitud de negociación, es decir, el escuchar y plantear nuestra posición sin rencores ni chantajes, sabiendo que ambas partes deben ganar, permiten la comprensión, el respeto, la unión, el sentimiento de satisfacción de las partes involucradas, el conocimiento, la confianza, la empatía, muestran la inteligencia de quienes las practican y permiten una convivencia sana y sobre todo nos da tranquilidad y nos acerca a la felicidad, la ley del hielo es todo lo contrario, es decir destruye, hiere, aleja y lo peor es que nadie gana.

El ignorar a una persona y darle a entender que es como si no existiera, además de que demuestra poca madurez y falta de inteligencia emocional, no resuelve nada, al contrario pone más obstáculos para futuras situaciones. Daña a ambas partes, hiere la confianza, genera soledad, resentimiento, ataca el autoestima, produce intranquilidad continua y actúa como un entrenamiento emocional que fomenta la incapacidad para salvar obstáculos, porque se sigue enganchado en el problema y a nivel físico se producen químicos que deterioran el organismo y a la larga producen enfermedades.

No hay mejor triunfo que en donde ambas partes ganan. No hay mayor muestra de inteligencia que la que escucha, negocia y resuelve.

Es cierto, no es fácil, porque alguna de las dos partes debe tomar la iniciativa, pero alguien tiene que ser el líder de la situación y ser el primero. El que busca no es más débil, al contrario es el más valiente, más maduro y más sensato, date la oportunidad de ser tú y si aún no te atreves, primero hazle llegar este artículo y después búscale.

jueves, 13 de mayo de 2010

¿Qué tipo de relación merezco?


Me duele profundamente escuchar a muchas personas que se enganchan a una relación que no les satisface o peor aún, a una relación en la que sufren, en la que soportan maltratos físicos o emocionales y desgraciadamente les da miedo cambiarla, soportan esperando que algo cambie y tratan de justificar su situación diciendo que es por amor, que es por los hijos o que no pueden aspirar a más. Creen que es algo que merecen.

Yo solía ser una de esas personas, por eso lo entiendo perfectamente, pero les tengo una noticia, nadie se merece soportar humillaciones, golpes, insultos, infidelidades, ni ningún tipo de agresión. Desafortunadamente según el Dr. N. Branden, todos en algún momento de nuestra vida sentimos que no nos merecemos “algo mejor”. Sin embargo lo que nos hace ser merecedores de cualquier cosa, es lo que trabajamos por obtener, por lo tanto, primero tenemos que saber que queremos y después trabajar para merecerlo, al igual que en todos los logros de la vida. Si yo quiero ser enfermera, tengo que estudiar y en ocasiones desvelarme para atender mis deberes y entonces me merezco el título de enfermera.
Por otro lado, las cosas no cambian mágicamente, Einstein decía “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Así es que no esperes que tu pareja cambie mágicamente, mejor comienza a trabajar en ti. Pero ¿Cómo?

Primero enfocándote en saber qué esperas en una relación, no te atores pensando en lo que quieres de tu pareja, es mejor primero visualizar el objetivo final, es decir, cuando defines que tipo de relación quieres, también defines “que tipo de vida quieres llevar, que estas dispuesta a dar y que quieres recibir”, independientemente de las características de cada persona. Por ejemplo, puede ser que siempre me gustaran los hombres altos y con dinero, pero si esos hombres me golpean, no es una situación que valga la pena conservar. En cambio, si lo que busco es una relación con respeto, pero es con un hombre bajito de medianos recursos, no importa, está bien, porque me hace sentir bien, pero también me obliga a respetar al hombre bajito y valorar lo que tenemos juntos.

Definir qué tipo de vida quieres llevar, funciona para definir casi cualquier objetivo importante, por ejemplo, puede ser que quieras un trabajo donde ganes mucho dinero, pero si el trabajo que haces no te gusta, hace que estés todo el tiempo estresada, enferma, sin oportunidad de tomar vacaciones, ni ver a tus seres queridos, no es un buen trabajo. Por el contrario si no ganas mucho, pero te encanta lo que haces, te da para vivir, tienes tiempo para ti y tus seres queridos, ese sí es un buen trabajo, lo que también te obliga a dar lo mejor de ti en el tiempo que trabajas y valorar lo que te da ese trabajo.

Una relación sana no está exenta de retos, ninguna relación es perfecta, tampoco ninguna persona, las diferencias siempre van a aparecer por lo que es muy importante saber qué es lo define una buena relación.

Trabajemos por lo que queremos para merecerlo, yo quiero una relación llena de amor, respeto (por supuesto para mí y también para él), alegría, aceptación, comprensión, fidelidad, comunicación, negociación, apoyo, confianza, incluso perdón cuando es necesario, por ello, soy la primera en darlo (dármelo yo y dárselo a él) y lo recibo de su parte también, porque lo merezco.

En resumen, define la relación que quieres, trabaja por merecerla y cuando la tengas valórala.

Cuando construyes una relación sana le puedes decir a tu pareja y tu pareja te puede decir a ti: “Te amo por lo todo lo que eres, pero también por todo lo que no eres, te amo con todos tus defectos, que son insignificantes ante todas tus virtudes, te amo con todas tus heridas y todas tus historias, me siento orgullosa de estar a tu lado porque juntos crecemos y somos mejores, somos un gran equipo y ambos buscamos el bien mutuo, contigo soy feliz y estoy en equilibrio, gracias por estar a mi lado”.


Y tú, ¿Qué tipo de relación quieres merecer?

martes, 6 de abril de 2010

3 Reglas de oro

1. Solo por hoy
¿Que puedo hacer para que el día de hoy me acerque mas a mis metas?

2. Un paso a la vez.
Para llegar al Everest solo se tiene que comenzar con un solo paso.

3. Depende de mi.
Solo yo puedo mejorar mi realidad, depende solo de mi.